Lectura de apoyo para el taller Murmullo de los ángeles
Busca el mundo del ser
Cierra tus ojos y dirígelos hacia tu entrecejo sin esforzarlos.
Cuando inspires y sientas que el aire entra en tu cuerpo, toma plena conciencia de la sensación que te provoca. Toda tu atención tiene que estar en la respiración con un ritmo armónico, suelta los pensamientos (Cap II ¿Qué es la mente? Cap III. ¿Cómo hacemos para salir de nuestros pensamientos?), tu atención está plenamente enfo- cada en el proceso de inhalar y exhalar mantenien- do el ritmo.
Y así entras en la relajación (Paz en el Alma, Pág., 45). El peso de las emociones y las preocupaciones se van descargando de tus hombros. En ese momento concentra tu atención en el presente. Tu mente está aprendiendo a focalizar el presente, intenta alinearte (Recuerda que a la mente le cuesta alinearse, o se queda atrás o se adelanta, quiero decir o te lleva al pasado o al futuro con sus pensamientos). Solo cuando se alinean las emociones con los pensamientos te aquietas y logras estar atento a esta situación que te parece tan insignificante y, a su vez, maravillosa.
La carga que llevas se la dejas a Dios (Evangelio según San Mateo, 11,28. “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados y hallaréis descanso para vuestra alma”). Y te acercas a Él más liviano, con espacio en tu interior para recibir lo nuevo, para entender cuando Dios te hable.
Y pasas a la segunda etapa de la meditación.
Tomado del libro MARIA B. MEIRIÑO,
Meditación. Dios y la meditación trascendental 4. Ed.
Editorial De Oriente a Occidente, pp-13-14.