De empresario a Santo
Responde:
José Isorna Ferreirós OFM
—Usted ha estado varias veces en la tierra que vio nacer a
Sebastián de Aparicio, ¿cómo influyó en él la infancia y el
lugar de nacimiento?
—La tierra donde uno nace, nos marca a todos. También
a Aparicio parece que lo selló y tiene mucho que ver con
su fisonomía el lugar de origen. El nació en una tierra alta
de montaña, dura. Esto influyó grandemente en su
carácter. Sebastián fue un hombre recio, fuerte como los
montes, tenaz como los robles o alcornoques. Con su
reciedumbre, con su constancia puesta al servicio del
Evangelio y de los demás, fue ejemplo a imitar.
—¿Como las castañas, que son tan típicas en aquellas
tierras?
Nos reímos
—Sí como las castañas de A Gudiña y del Tameirón, que
son abundantes y sabrosas. Recientemente pasó por el
convento un cura de O Tameirón, pueblo de al lado de A
Gudiña, donde nació otro santo franciscano, San Francisco
Blanco y me dejó unos kilos de castañas. Y son ricas, asadas
o cocidas.
Más risas.
Luego continúa:
—El paisaje influyó en su psicología en
su forma de ser. En México nunca falló, nunca claudicó.
Y también de una inteligencia práctica que lo llevó a formar a los indios.
(…)
—¿De empresario se puede llegar a santo?
–¡Hombre claro que sí! No está reñida la riqueza con la
santidad. El dinero está bien para el servicio de los demás.
El problema es de los que se enamoran más del dinero que
de las personas. El dinero como medio de cultura y de
servicio a los demás no es malo.
—Déjeme que haga de «abogado del diablo». Él era
empresario y tuvo que dejar todas las riquezas, dejó todo
para hacerse fraile. Ahí es donde se hace santo. ¿Es
necesario dejar las riquezas para ser santo?
—Sí, en eso estoy de acuerdo contigo que para ser santo,
en alguna medida, tuvo que dejar todo. Ya lo dice Jesús
en el Evangelio que para seguirlo a Él, es necesario dejar
todas las cosas. Pero la santidad no se hace por ser pobre o
rico, sino por cómo se tiene el corazón. Se está cerca del
cielo por lo que se lleva en el corazón.
—¿Si no llega a ser fraile no hubiera llegado a la
santidad?
–Sí, hubiera sido santo de igual manera, porque no
depende del oficio que cada uno ejerce sino, como te decía
antes, del espíritu de servicio y de amor, del que tanto habla
San Francisco. Teniendo ese mismo espíritu, aunque no
hubiese sido fraile, y hubiera muerto siendo empresario,
hubiese llegado a la santidad de igual forma. Los caminos
de santidad son para todas las personas y uno puede ser
empresario y malvado, o ser empresario y santo.
—¿Se puede ganar dinero y llegar a ser santo?
—No solo se puede, sino que el empresario o el
negociante que gana dinero debe ser santo.
Del libro De empresario a Santo. Sebastián de Aparicio una historia real, J. ISORNA – G. MEIRIÑO, Argentina, 2009
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Fotos prestada por la Editorial De Oriente a Occidente
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