Lo que se puede comprar con dinero
El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar,
El dinero puede comprar un reloj, pero no el tiempo.
El dinero puede comprar una cama, pero no el sueño.
El dinero puede comprar un libro, pero no el conocimiento.
El dinero puede pagar un médico, pero no la salud.
El dinero puede comprar una posición, pero no el respeto.
El dinero puede comprar sangre, pero no la vida.
El dinero puede comprar sexo, pero no el amor.
El dinero puede comprar un buen profesor, pero no la educación.
El dinero puede comprar un buen payaso, pero no la sonrisa.
Me contaba un amigo que conoció a alguien del mundo empresarial que insistentemente le recordaba: -Usted lo que necesita es alguien “de maletín”.
-¿De maletín?- le pregunté a mi amigo.
-Sí, hombre, sí, de dinero, quería decir- contestó alarmado por la ingenuidad del amigo.
Quizás seamos un poco “hijos” mentales de los filmes norteamericanos. Les suena esa escena en la que una persona va a buscar algo a algún sitio y el encargado del lugar le rechaza diciendo: –“Eso que me pide es imposible”. Entonces la persona saca del bolsillo un manojo de dólares. Se vuelve a escuchar la misma voz –“ya le he dicho que no lo puedo hacer que eso está prohibido”. El interlocutor vuelve a sacar otro mazo de billetes, dólares por supuesto. Entonces el hombre agarra el mazo de billetes y contesta: “Está bien veré lo que puedo hacer”
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Enamorarse de lo Sencillo
Cuentan la siguiente historia: “Un padre económicamente acomodado, queriendo que su hijo supiera lo que es ser pobre, lo llevó para que pasar un par de días en el monte con su familia campesina. Pasaron tres días y dos noches en su vivienda del campo.
En el auto, retornado a la ciudad, el padre le preguntó: -¿Qué te pareció la experiencia?
-“Buena”, contestó el hijo con la mirada puesta en la distancia.
-“¿Y qué aprendiste?”, insistió el padre.
Respondió el hijo con aspecto serio: -“Que nosotros tenemos un perro, ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín, y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay peces y otras bellezas.
Que nosotros importamos linternas de Oriente para alumbrar nuestro jardín, mientras que ellos se alumbran con la luna y las estrellas.
Nuestro patio llega hasta la cerca, y el de ellos llega hasta el horizonte.
Que nosotros compramos nuestra comida; ellos siembran y cosechan lo que van a comer.
Nosotros oímos CD`s. Ellos escuchan una perpetua sinfonía de jilgueros, gorriones, benteveos, loros, ranas, grillos y otros animalitos. Todo esto a veces dormido por la melodía de un vecino que trabaja en su monte.
Nosotros cocinamos en estufa eléctrica. Ellos, todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña.
Para protegernos, nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas. Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
Nosotros vivimos conectados al celular, a la computadora, al televisor, ellos, en cambio, están conectados a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.
El padre quedó impactado por la profundidad del discurso de su hijo… y entonces llegó la frase final. ”¡Gracias, papá, por haberme enseñado lo pobre que somos!”.
Cada día estamos más pobres de espíritu y de apreciación por la naturaleza, que son las grandes obras de nuestro Creador. Nos preocupamos por TENER, Y TENER MÁS en vez de preocuparnos por SER…SER MÁS. Valora todas las pequeñas cosas un poco más; lo más bello de la vida es gratis, por ejemplo, una sonrisa no te cuesta nada. (…) Seguir leyendo
Tomados del libro G. MEIRIÑO, Buenas Noticias del Padre Gumer, Editorial De Oriente a Occidente(www.editorialdeoao.com), ISBN 978-987-23370-1-8